David Orlando Flores Espinoza
Mis orígenes no son muy ortodoxos, pero soy español. Mi madre nació en el Amazonas venezolano, y se crió con los indios Piaroa. Mi padre, bien al contrario, era siciliano. Ambos se conocieron en Caracas, donde nací. Hice la educación básica en 4 colegios y en 5 institutos, porque siempre estábamos cambiando de ciudad.
Viví en Caracas, en Calabozo, en Maracay y, justo antes de venir a Europa, en San Antonio de los Altos. De Venezuela me fui a Francia, en 1987. Allí viví 3 años en París, con Jasmín, la mujer con la que me casé. Luego nos vinimos a Tenerife. Aquí llegamos el 14 de julio de 1990, justo el día de la révolution.
Hoy en día me sigo moviendo. No cambio de casa, gracias a Dios, pero no puedo parar la pata. Viajar es un sueño y una necesidad, porque me acerca a otras formas de pensar. Y esa es, para mí, la mejor manera de aumentar mi apertura mental, y de mantener mi cabeza en forma.
Profesionalmente hablando, desde el año 2000 centro mi esfuerzo profesional en desarrollar herramientas de crecimiento personal, basadas en los principios de filosofías asiáticas antiguas.